La Yihad antiláctea

Mientras no me siente mal o un médico me recomiende dejar de tomar leche de vaca yo seguiré ‘fiel’. Llevo tomando leche, sobre todo leche central asturiana, desde que tengo uso de razón y hasta donde yo sé, y sé bastante sobre mí mismo, nunca me ha dado ningún problema. Pero no opinan lo mismo miles de personas que en los últimos tiempos han puesto la leche animal en su punto de mira.

Lo último ocurrió hace pocos días en un restaurante vegano de Cataluña en la que se invitó a una cliente a dejar de dar el biberón a su bebé porque contenía leche animal. Según denunció posteriormente la afectada, el dueño del local le pidió con malas formas que dejara de dar el biberón porque en su local no se permite leche no humana…

Esta especie de “Yihad antilactea” afecta a cada vez más personas. Si bien el caso anteriormente expuesto es un ejemplo extremo, no son pocos los que te miran mal tan solo por beber  leche central asturiana. Son aquellos que defienden el consumo de bebidas vegetales como alternativa.

En mi opinión, las bebidas vegetales que toman como base alimentos como la soja, el arroz, la almendra, etc., son interesantes productos alternativos. Muchas personas son alérgicas a la lactosa y así pueden seguir consumiendo un producto ‘parecido’ a la leche animal. Y luego están aquellos consumidores que por decisión propia (y respetable) abandonan la leche animal aunque no tengan ninguna alergia. Pero de ahí a hacer esta ‘campaña de acoso’ contra los bebedores de leche hay un trecho.

Tampoco puedo poner puertas al mar. Los patrones de consumo cambian. No hay nada malo en ello, siempre y cuando se vaya a mejor, ¿no? Si la gente ha decidido que la leche de vaca es solo para niños (o ni siquiera eso) allá cada cual. De cualquier manera, convendría un poco menos de radicalismo y más respeto por las decisiones de cada uno. Porque dentro de poco deberemos preguntar a las autoridades si podemos tomar un café con leche (de vaca), no vaya a ser que nos metan en la cárcel.