Vida consumista

En los días en los que vivimos, estamos condenados al consumismo por todos lados hay ofertas amazon que nos invitan a gastar nuestro dinero en cualquier cosa que se les ocurra meternos por los ojos a los que idean los productos.

Está claro que los anuncios de la televisión son los mayores culpables de que se conozcan los productos que consumimos y que compramos a diario. Y lo más preocupante es que mucha gente cree que gastando en más y más cosas serán más felices, y es completamente al contrario, cuantas menos cosas tengas por las que preocuparte seguro que serás mucho más feliz y alegre.

Vayamos a donde vayamos nos bombardean con distintas promociones o ofertas para que sigamos consumiendo sin cesar, es cierto que hay algunas veces que es inevitable tener que gastar el dinero comprando cosas nuevas pero por lo menos yo intento que las cosas me duren el mayor tiempo posible, para así tener que gastar lo mínimo posible, porque ir de compras sobre todo de ropa no me gusta nada de nada, sólo pensar que tengo que ir a comprar ropa me pongo malo.

Por lo contrario hay muchísima gente a la que le encanta ir de compras y despilfarrar el dinero, lo más gracioso es que entre los que más les gusta ir de compras son amas de casa que no tienen trabajo, y como no saben lo que cuesta conseguir el dinero les da igual a la hora de gastarlo, pero mientras sus maridos se lo consientan lo seguirán haciendo.

Es innegable que vivimos en una sociedad de consumo en la que si no te gastas el dinero en vanalidades parece que eres tú el raro, pero no tú eres el normal, lo que no es normal es ir de compras por ir, sólo se debería ir de compras cuando las necesites y no comprar nada que no hayas pensado comprar antes de ir a la tienda, si no al final te acabas volviendo loco porque hay un montón de cosas que si tuvieses mucho dinero te las comprarías pero cada uno tiene que hacer frente a sus necesidades.

La última partida de mus

Recuerdo cuando mi madre me comentó, casi susurrando, que el vecino del sexto debía tener Alzheimer. En aquel momento no pensé mucho más en el asunto, pero años después, cuando volví a coincidir con el hijo de aquel hombre, todo volvió a mi cabeza. “Qué duro debe ser cuidar a una madre o padre con Alzheimer”.

Coincidí con el chaval a la salida de un Centro de dia centro Madrid y nos pusimos a hablar. Como hacía tiempo que no nos veíamos fuimos a tomar un café y me contó su historia: “Todo empezó con el mus. Félix, que así se llama el hombre, era un gran aficionado del mus. Cuando se jubiló acudía casi todo los días a jugar al bar de la esquina donde le esperaban sus amigos. Era un gran jugador, muy respetado en el bar. Pero entonces empezó a fallar y los otros jugadores comenzaron a reírse de él. Un día lo comentó en casa y fue la primera alarma.

Lo llevamos a hacer algunas pruebas pero dieron negativo. Entonces un día llegó a casa diciendo que era la última vez que jugaba al mus en ese bar. Era evidente que últimamente estaba olvidándose de las cosas y no parecía el mismo, así que acudimos a otro especialista. Y él afirmó que al 95%, nuestro padre estaba en las primeras fases del Alzheimer. Fue un gran golpe”.

No pude evitar, entonces, pensar en mis propios padres. Ellos son mayores y también pueden ser golpeados por esta cruel enfermedad. Y le pregunté algunas cosas por si me fueran necesarias para el futuro. Quise saber cómo le estaba afectando a él y si contaba con ayuda.

“Le llevamos a ese Centro de dia centro Madrid del que me viste salir”, me dijo. “Es una de las mejores opciones, sobre todo si trabajas y no tienes ningún familiar que se pueda encargar de él en horario laboral. A mí me afectó mucho al principio, obviamente, pero rápidamente me di cuenta de que había que delegar y no asumir más carga de la que una persona puede soportar. Si el cuidador no se cuida bien, no puede cuidar a nadie”, me dijo con una sonrisa. Gran frase.