La última partida de mus

Recuerdo cuando mi madre me comentó, casi susurrando, que el vecino del sexto debía tener Alzheimer. En aquel momento no pensé mucho más en el asunto, pero años después, cuando volví a coincidir con el hijo de aquel hombre, todo volvió a mi cabeza. “Qué duro debe ser cuidar a una madre o padre con Alzheimer”.

Coincidí con el chaval a la salida de un Centro de dia centro Madrid y nos pusimos a hablar. Como hacía tiempo que no nos veíamos fuimos a tomar un café y me contó su historia: “Todo empezó con el mus. Félix, que así se llama el hombre, era un gran aficionado del mus. Cuando se jubiló acudía casi todo los días a jugar al bar de la esquina donde le esperaban sus amigos. Era un gran jugador, muy respetado en el bar. Pero entonces empezó a fallar y los otros jugadores comenzaron a reírse de él. Un día lo comentó en casa y fue la primera alarma.

Lo llevamos a hacer algunas pruebas pero dieron negativo. Entonces un día llegó a casa diciendo que era la última vez que jugaba al mus en ese bar. Era evidente que últimamente estaba olvidándose de las cosas y no parecía el mismo, así que acudimos a otro especialista. Y él afirmó que al 95%, nuestro padre estaba en las primeras fases del Alzheimer. Fue un gran golpe”.

No pude evitar, entonces, pensar en mis propios padres. Ellos son mayores y también pueden ser golpeados por esta cruel enfermedad. Y le pregunté algunas cosas por si me fueran necesarias para el futuro. Quise saber cómo le estaba afectando a él y si contaba con ayuda.

“Le llevamos a ese Centro de dia centro Madrid del que me viste salir”, me dijo. “Es una de las mejores opciones, sobre todo si trabajas y no tienes ningún familiar que se pueda encargar de él en horario laboral. A mí me afectó mucho al principio, obviamente, pero rápidamente me di cuenta de que había que delegar y no asumir más carga de la que una persona puede soportar. Si el cuidador no se cuida bien, no puede cuidar a nadie”, me dijo con una sonrisa. Gran frase.