Miedos a las enfermedades 

La juventud es despreocupación, inocencia y aventura, y la madurez es responsabilidad, independencia, prudencia… y miedo. Cuando una persona alcanza cierta madurez, y siempre hablando en general, comienza a sentir, de vez en cuando, ciertas sensaciones de temor que pueden transformarse en miedo o cosas peores si no se saben gestionar. Se trata de una combinación de efectos negativos de eso que se conoce como madurez y la gran responsabilidad que a menudo conlleva.

Por alguna razón que todavía tengo que evaluar más en profundidad, de un par de años para acá he empezado a sentir un temor cada vez mayor a padecer algún tipo de enfermedad grave. El hecho de tener más problemas de salud de los habituales, lo ha magnificado. Y aunque ninguno ha sido de gravedad, me ha puesto en alerta, hasta tal punto de que cualquier cosa me asusta.

Cuando este verano me encontraba en una playa, noté una mancha extraña en la piel, una mancha que no recordaba tener. Y me puse cardiaco. A la mañana siguiente me pasé una hora buscando una clínica especializada en dermatologia medica quirurgica en Vigo para cuando volviera de vacaciones. Y aunque traté de disfrutar de los días que me quedaban, siempre tenía lo de la mancha dándome vueltas en el pensamiento.

No solo me preocupé entonces por la posible gravedad de aquella mancha, sino porque también me daba cuenta de que estaba perdiendo el control con la valoración de los problemas de salud. Todo me parecía grave y automáticamente empezaba a tener siniestros pensamientos. Por el momento, esperé mi cita con la clínica especializada dermatología médica quirúrgica en Vigo.

Esos días previos a la cita estuve reflexionando sobre ese problema y otros que había tenido previamente. No había una conexión entre ellos, pero sí que coincidían en el proceso que yo había llevado para tratarlos. Y me di cuenta de que era el temor y no el sentido común el que guiaba mis pasos y me influía en la toma de decisiones. Finalmente, recordé que la mancha era de una herida que me hice jugando al fútbol y que había olvidado…

¿Qué tipos de quesos necesito tener en casa?

-Queso rallado para pasta o pizza. La pasta no se entiende para muchas personas si no va acompañada de queso rallado que se funde sobre el plato aún caliente y hace que tenga un sabor más intenso y delicioso. Este tipo de queso también se usa para pizza. No puede faltar en nuestros surtidos de quesos baratos y es muy importante asegurarnos de que es queso auténtico y no un sucedáneo, algo que pasa con frecuencia con los quesos de bolsa en polvo o rallados. El sabor marca la diferencia y no debes de renunciar nunca al auténtico.

-Queso en lonchas para sandwiches. Los sandwiches gustan a todo el mundo pero si hay niños en casa este tipo de quesos son absolutamente imprescindibles. Pero también gustan a los adultos en otros platos, como acompañando una tortilla o envolviendo, junto con el jamón, espárragos para disfrutar de un primer plato fresco y delicioso. Hay tantas formas de comer el queso en lonchas como personas y todos tenemos la que más nos gusta. Si se compran varias clases de queso en lonchas no hay que olvidar añadir en la lista uno que funda bien, para que el placer del queso sea todavía más intenso.

-Queso en cuña para picoteo. El queso en cuña, ya sea entero ya sea cortado, no puede faltar en casa. Es ideal para tomar con un vaso de vino viendo una película por la noche, para acompañar un picoteo con los amigos o para disfrutar de un pedacito a escondidas entre comidas, como un pequeño pecado que sabe a gloria. Este queso en cuña se puede encontrar en tipos de queso curados y semicurados tanto en variedades de vaca como en mezclas o en quesos de oveja puros. 

Los que ya vienen cortados facilitan todavía más el servirlos de manera rápida sin tener que preocuparse de cortar el queso. Pero los que vienen en cuñas permiten cortarlos no solo en triángulos, sino también en cuadraditos o de la manera que más nos guste.

-Queso de untar para diferentes recetas y postres. Este queso es fundamental para recetas tan deliciosas como la de la tarta de queso o para preparar todo tipo de canapés. Incluso para poner sobre las tostadas del desayuno, con o sin mermelada. En cualquiera de sus variedades, necesitas tenerlo siempre en tu nevera listo para ser usado.