Cómo se elabora un yogur

Si se examina la etiqueta con la composicion del yogur y este es de calidad, la lista de ingredientes es muy corta: leche, tal vez proteínas de la leche y fermentos lácticos. A mayores, pueden tener algún tipo de colorante o aroma que, preferiblemente, debe de ser natural. El azúcar o el edulcorante es el otro ingrediente que se puede añadir a este postre que tanto éxito tiene entre personas de todas las edades.

La elaboración del yogur es muy sencilla, basta con mezclar la leche con los fermentos y mantener todo esto a la temperatura adecuada el tiempo suficiente para que cuaje. Este proceso puede variar ligeramente según la marca que los fabrique ya que cada una tiene sus propias maquinarias y sus tiempos. Así, encontramos yogures muy cremosos, otros más cuajados y firmes y algunos que pueden resultar bastante líquidos.

También hay diferencias en cuanto al sabor. Mientras que algunos son suaves y muy agradables, otros tienen un mayor grado de acidez. Esto es algo que depende del método utilizado para la fermentación. Pero también tiene importancia en cuanto al sabor la materia prima utilizada, esto es, la leche. Cuando la leche es de calidad y tiene un sabor rico y natural, el yogur también va a tener ese gusto característico. Además, los valores de la leche pasan al yogur, por lo que, si la bebida tiene unos buenos valores nutritivos, como los de la leche de vacas que pastan hierba, el yogur también los va a tener.

Hacer yogur en casa es muy sencillo y era, hace años, algo muy frecuente en los hogares. Normalmente, para hacer yogur se emplea un yogur que se ha guardado de la vez anterior o uno comprado que será lo que aporte los fermentos y un litro de leche. Se mezclan ambos y se utiliza para la fermentación una yogurtera, que permite que el yogur ya quede guardado en prácticos vasitos. También es posible fermentar el yogur mediante otros métodos caseros, como envolviendo el cuenco en paños y usando el horno para mantener un calor muy suave.

Para conseguir la consistencia buscada en el yogur se puede añadir algo de leche en polvo, que hará que sea más firme y cuaje con más forma, mientras que, de otra manera, generalmente, el yogur casero es algo más líquido que el que se compra de las marcas habituales.

Llegando a fin de mes

Entre el alquiler y el carro de la compra todos los meses es un suplicio llegar a final de mes. Yo soy de esos que cobra el salario mínimo interprofesional. Y eso que lo han subido hace unos meses. Pero como todo lo demás también sube, apenas lo he notado. El gasto del alquiler es fijo y contra eso poco se puede hacer. Al menos rezar para que no me lo suba más, porque en seis meses se acaba el contrato y se supone que el casero podría cambiar las condiciones.

Así que solo me queda batallar con el carro de la compra que yo prefiero llamar carro de combate. Tengo un presupuesto mensual que no puedo superar pero soy de los que quiere alimentarse bien. De hecho, me gustaría ir al gimnasio, pero es una de las cosas que he tenido que quitar. Estoy intentando sacar una oposición de la Guardia Civil y debo estar en forma, pero ha aprendido a hacer ejercicio gratis: correr en el parque y pesas en casa. 

A nivel de alimentación, no obstante, soy muy escrupuloso: sigo una dieta en la que tengo en cuenta las proteínas, las grasas y demás. Para mí, por ejemplo, son muy importantes los nutrientes de la carne y también del pescado. Pero sucede que los alimentos frescos son los más caros. También soy un gran consumidor de fruta y verdura. Pero es lo mismo: producto fresco y de calidad, producto caro.

He eliminado casi por completo los alimentos procesados que, en realidad, tampoco son nada baratos. Al contrario: la comida preparada sale más cara que si me la preparo yo en casa. También soy un poco cocinillas, así que no me importa pasar tiempo en la cocina. Es una de las cosas buenas de mi trabajo: gano poco pero tengo tiempo tanto para estudiar como para cocinar.

Por supuesto, otro tipo de ocio queda descartado. Prefiero centrar mis finanzas en los nutrientes de la carne que en salir con los amigos y beber unas copas. Me levanto por la mañana satisfecho y aunque siempre voy justo de dinero espero que eso cambia pronto cuando saque la oposición.

¿Qué proceso sigue la leche que bebemos?

La leche es uno de los alimentos más consumidos no solo por niños, también por adultos. Sin embargo, desconocemos muchas cosas sobre el proceso que la leche sigue desde que sale de la ubre de la vaca hasta que llega a nuestra mesa.

Para empezar, la leche es ordeñada de la vaca mediante ordeñadoras mecánicas. Estas máquinas se conectan en los pezones del animal e imitan la succión del ternero, extrayendo la leche de una manera gradual. Antes de colocar la ordeñadora, se limpian bien los pezones de la vaca para evitar que pueda ir suciedad a la leche.

Cada día, un camión cisterna recoge la leche de la granja y la lleva a la fabrica de leche. Estos camiones mantienen la leche refrigerada a una temperatura constante para que llegue manteniendo todas sus condiciones. Allí la leche se va clasificando según su calidad. La que no se va a procesar de forma inmediata pasa a guardarse en las condiciones adecuadas.

La leche que sí se procesa pasa a unos grandes tanques para ser sometida al proceso de homogeneización. Este proceso rompe la grasa para que se mezcle totalmente con la leche y de este modo no se forme esa característica capa grasa sobre el líquido que a muchas personas tanto le desagrada.

Tras esto, se separa la grasa de la leche y se añade el porcentaje de grasa adecuado según el tipo de leche que se quiera producir: entera, semidesnatada, desnatada o 0%. Tras esto, solo queda someter a la leche a un proceso adecuado que puede ser la pasteurización, la esterilización o el UHT que es el más frecuente y que es el que ha sufrido la gran parte de la leche que compramos en la caja.

Esta leche ya estaría perfectamente tratada para poder ser envasada y vendida para el consumo. Aunque es pueden realizar otros tratamientos cuando llega la leche para eliminar bacterias o olores, estos son los tratamientos más importantes y, como puede verse, en ningún caso se le añade a la leche ningún elemento químico.

Las diferencias de calidad de unas leches a otras tienen más que ver con la alimentación de los animales y con la buena realización del proceso de conservación que con el proceso propiamente dicho. Por ejemplo, la leche de vacas que pastan en el exterior y reciben mucha luz del sol es más rica en calcio y tiene mejor sabor.

El secreto de un buen café irlandés

Estuvieron muy de moda hace unos años y ahora es más raro pedirlos en una cafetería, pero los fans de los cafés irlandeses continúan siendo muchos. El café irlandés no es, como muchos creen, un café con whisky sin más, sino que tiene un pequeño trabajo y algunos trucos que son los que marcan la diferencia a la hora de disfrutarlo.

Para empezar, si no sabes como hacer nata para montar no te preocupes, porque el café irlandés auténtico lleva nata batida, pero sin que llegue a montar. La nata debe de engordar y quedar muy cremosa, pero sin ponerse siquiera en el punto de chantilly. Y ese es el primero de los mitos que vamos a desterrar respecto a cómo se hace un irlandés auténtico.

Empieza preparando un café fuerte y aromático usando para ello un café natural de buena calidad. Un buen café marcará la diferencia. Tal y como te decíamos, el irlandés no es un café con whisky sin más, entre otras cosas porque no lleva whisky, sino whiskey.

¿Cuál es la diferencia? La diferencia está en el whiskey es la palabra para denominar a la bebida irlandesa mientras que whisky es la que se usa para la escocesa. Los sabores de ambos son distintos y si buscas algo auténtico, esa “e” a mayores va a marcar la diferencia.

Caliente al whiskey en un cazo con un poco de azúcar moreno, un par de cucharadas más o menos. No dejes que hierva. Tampoco lo quemes, el café irlandés no se quema ya que al quemarlo estaríamos consumiendo el alcohol y ese no es el objetivo. Calentar el licor no es imprescindible, pero ayudará a conseguir la temperatura perfecta para la bebida.

Coge una taza o copa alargada para servir el café y llénala con agua caliente para que se ponga a esa temperatura. Tira el agua y vierte el whiskey caliente con el azúcar. Añade el café recién hecho y finaliza con la crema de nata que debes de añadir usando el dorso de una cucharilla para que no se mezclen los ingredientes.

Las proporciones exactas son un tercio de whiskey, dos tercios de café y un dedo de nata aproximadamente para que quede una bonita presentación. No se debe de cometer el error de mezclar la bebida para consumirla, sino que se debe de tomar tal cual está para que los sabores se mezclen de la forma correcta y se aprecie en todo su esplendor.

Los cocineros opinando de los clientes

Se le ocurrió a un amigo que tienen un restaurante tras algunos encontronazos con los clientes. Harto de que algunos clientes malintencionados usen las webs de opiniones como espacio para hacer daño a los hosteleros (a menudo sin justificación) decidió empezar a responder, una por una, las críticas, señalando de forma personal a cada cliente.

Y es que, este hombre, como otros que ejercen la profesión de cocineros y/o hosteleros recibió alguna amenaza por parte de algún cliente en plan «o haces esto, o te meto una crítica de escándalo en internet», lo que le pareció inaceptable. Una cosa es que un cliente se queje de que el postre no estaba bien, de que la nata montada azucarada estaba agria o de que el cordero estuviera demasiado pasado, y otra cosa es ampararse en el anonimato de la red para chantajear a un humilde trabajador.

Y así fue como empezó a dar forma a un proyecto, sin ningún ánimo de lucro, solo por pura diversión, en la que los cocineros podrían opinar de los comensales, tal y como ellos lo hacen de los cocineros. Obviamente ningún profesional de la cocina pretende perder clientes humillándolos, por eso, este cocinero es consciente de que su proyecto, si es que llega a concretarse, está, seguramente, destinado al fracaso. Pero nunca se sabe…

Pongamos que un cliente se queja de la mencionada nata montada azucarada. De lo que se trata es que el cocinero tenga la posibilidad de responder, explayándose, si fuese necesario, con respecto al cliente. Por ejemplo: “no tengo gustó el postre con nata montada, pero no dejaste ni la raspa, ni tú, ni tu acompañante… tan malo no debería estar”.

Y es que, desde hace tiempo, tanto propietarios de hoteles como de restaurantes viven un poco agobiados por la moda de las opiniones por internet. Es cierto que son muy útiles para otros potenciales clientes y pueden actuar como acicate para mejorar, pero el anonimato y la falta de control provocan que cualquiera pueda hacer daño a un local si se lo propone, creando una opinión negativa sin ninguna justificación real.

Mitos y realidades sobre el huevo

Pocos alimentos son tan comunes en la mesa como los huevos, pero a pesar de que todos los comemos, veces no sabemos lo suficiente sobre ellos y opinamos de oídas perpetuando algunos mitos sobre este alimento que hace tiempo que están descartados por la ciencia. Vamos a conocer cuáles son los mitos y cuáles son las realidades sobre el huevo.

Es un alimento muy completo: Cierto. Las vitaminas del huevo son la A, B2, B12, D y E y contienen además Fósforo, Selenio, Hierro, Yodo y Zinc.

Causa colesterol: Falso. Es un mito. El huevo contiene colesterol, pero el colesterol presente en los alimentos no tiene por qué traducirse en colesterol en sangre. Su porcentaje de grasas es moderado y muy saludable.

Se debe de tomar al desayuno: Cierto. Esto no quiere decir que no sea un buen alimento para el resto de las comidas del día, pero es en el desayuno cuando mejor se aprovechan todas las ventajas de este alimento. Deberíamos de tomar nota de otros países en los cuales el huevo al desayuno es algo tan normal como aquí el café.

Los huevos fritos engordan mucho: Falso. Es cierto que los huevos fritos engordan más que los huevos cocidos o los que se hacen escalfados. Pero lo cierto es que no absorben demasiado aceite y la cantidad que pueden recoger es muy limitada, por eso no importa si se hacen en poco o en mucho aceite. Si se escurren bien al acabar de cocinar no van a aportar un número excesivamente alto de calorías.

Son muy saciantes: Cierto. Esto es así porque tienen un alto contenido en proteínas. Por eso son muy adecuados para las dietas de adelgazamiento ya que con pocas calorías se consigue no tener hambre durante horas. Esto es también un motivo por le que se recomiendan los huevos por la mañana.

No hay diferencias entre los huevos blancos y los morenos: Cierto. Son exactamente iguales, como también son iguales las variedades con color azul verdoso de algunas gallinas. Las preferencias van por países y mientras que en España la gente apostó por los morenos porque le parecían más caseros, en otros países los huevos que hay en el supermercado son prácticamente todos blancos.

Los huevos cocidos son indigestos: Cierto. No tienen por qué sentar mal, pero la grasa coagulada de la yema es más complicada de digerir para el organismo. Por eso, si alguien está mal del estómago se le aconseja que no tome huevos cocidos.

GRATIS ES LA PALABRA CLAVE

Parece que a la gente cuando les dices que pueden conseguir algo gratis es como si fuese una droga a la cual no se puedan resistir, siempre que se van al supermercado todo el mundo va buscando las ofertas que mejores precios tengan y si les regalan algo pues mucho mejor. Parece que se van para casa con una satisfacción total creyendo que han conseguido todo lo que han podido gratis, pero se equivocan ya que solo se llevan lo que el supermercado o alguna marca les dejan o ya tenían pensado.

 

Algunas marcas ofrecen unos sistemas de puntos con los cuales se pueden conseguir un montón de productos supuestamente de forma gratuita, pero no son gratuitos ya que ya te habías gastado el dinero en los productos con los que conseguiste los puntos, como con central lechera asturiana puntos que primero hay que comprar los productos de la central lechera asturiana para poder acceder a los puntos que podrás canjear por otros productos de la misma casa.

 

Y esto no sucede solamente en nuestro país creo que sucede por todo el mundo por igual, parece que lo de las cosas gratis debe de estar en nuestro adn, es saber que lo que no necesitas es gratis para de repente darte cuenta de que es algo imprescindible para ti o para algún conocido o familiar tuyo. Es un poco triste que con una cosa así de sencilla nos tengan dominados como si fuésemos unos corderitos, eso es porque somos demasiado simples. Creo que hay que dejar que nos influya la palabra gratis, alguna gente ya se ha dado cuenta de lo que están tratando de hacer con todos nosotros, si no les haces caso aunque escuches lo de gratis no tendrá ningún poder sobre ti, pero para eso hay que ser capaz de gastar lo justo y no comprar cosas a lo loco que a lo mejor ni tan siquiera te hacían falta. Pero para eso hace falta desconectar un poco de la civilización, una vez que te acostumbras a vivir con lo justo después no piensas en comprar cosas inútiles.

El boom de los productos ecológicos

Al lado de mi casa han abierto un supermercado ecológico y a la vuelta de la esquina hay otro súper que tiene un apartado especial de productos ecológicos. El otro día estábamos haciendo la compra y un niño de unos diez años no paraba de preguntar a su madre: “mamá, ¿esto es ecológico? ¿Y esto?”. El niño estaba obsesionado con los productos ecológicos, a buen seguro que porque sus padres los suelen comprar.

En nuestro caso, lo ecológico no llega a la obsesión pero sí mostramos interés hacia esta tendencia del mercado alimentario. El otro día, por ejemplo, sorprendí a mi mujer leyendo las  propiedades de la leche de avena debido a las ‘presiones’ de algunos compañeros de la oficina.

Según me cuenta hay un grupo de compañeros bastante jóvenes que llevan siempre comida ecológica y que casi compiten entre sí para ver quién lleva el plato más raro… y ecológico, por supuesto. El tofu es el nuevo pollo y las algas la nueva lechuga. Se sienten mejor comiendo así y algunos compañeros que se meten una hamburguesa de carne de vacuno entre pecho y espalda les miran con cierto recelo y piensan: “¿cómo pueden estar tan felices con una ensalada de tofu, con la mal que sabe?”.

Un día mi mujer llegó a casa diciendo que teníamos que ir corriendo a ese supermercado ecológico que hay al lado de casa. Se supone que, desde un punto de vista legal, los productos ecológicos deben llevar un logo que atestigüe que lo son. De esta forma, se asegura que no han sido usados productos químicos en su elaboración. Eso es lo que me dice mi mujer cuando me habla maravillas de las propiedades de la leche de avena. Sí, ella también ha dejado la leche de vaca porque es lo peor de lo peor.

¿Son realmente más sanos los alimentos ecológicos? Según la OCU, no hay evidencias científicas de que sean mejores, ni peores. Lo que está claro es que es un negocio al alza que tiene obnubilados a millones de personas en todo el mundo y que, no cabe duda, irá a más en los próximos años.

La Yihad antiláctea

Mientras no me siente mal o un médico me recomiende dejar de tomar leche de vaca yo seguiré ‘fiel’. Llevo tomando leche, sobre todo leche central asturiana, desde que tengo uso de razón y hasta donde yo sé, y sé bastante sobre mí mismo, nunca me ha dado ningún problema. Pero no opinan lo mismo miles de personas que en los últimos tiempos han puesto la leche animal en su punto de mira.

Lo último ocurrió hace pocos días en un restaurante vegano de Cataluña en la que se invitó a una cliente a dejar de dar el biberón a su bebé porque contenía leche animal. Según denunció posteriormente la afectada, el dueño del local le pidió con malas formas que dejara de dar el biberón porque en su local no se permite leche no humana…

Esta especie de “Yihad antilactea” afecta a cada vez más personas. Si bien el caso anteriormente expuesto es un ejemplo extremo, no son pocos los que te miran mal tan solo por beber  leche central asturiana. Son aquellos que defienden el consumo de bebidas vegetales como alternativa.

En mi opinión, las bebidas vegetales que toman como base alimentos como la soja, el arroz, la almendra, etc., son interesantes productos alternativos. Muchas personas son alérgicas a la lactosa y así pueden seguir consumiendo un producto ‘parecido’ a la leche animal. Y luego están aquellos consumidores que por decisión propia (y respetable) abandonan la leche animal aunque no tengan ninguna alergia. Pero de ahí a hacer esta ‘campaña de acoso’ contra los bebedores de leche hay un trecho.

Tampoco puedo poner puertas al mar. Los patrones de consumo cambian. No hay nada malo en ello, siempre y cuando se vaya a mejor, ¿no? Si la gente ha decidido que la leche de vaca es solo para niños (o ni siquiera eso) allá cada cual. De cualquier manera, convendría un poco menos de radicalismo y más respeto por las decisiones de cada uno. Porque dentro de poco deberemos preguntar a las autoridades si podemos tomar un café con leche (de vaca), no vaya a ser que nos metan en la cárcel.